El pulmón desde la MPB

Capítulo XXll

El pulmón.

1)  Se ocupa de la incorporación del oxígeno a través del aire en el mecanismo de la respiración. Nace como una adaptación que hacen los seres vivos cuando deben enfrentar el paso del agua a la tierra. Allí se enfrentan con el obstáculo de no poder sacar el oxígeno del aire porque sus branquias lo sacan del agua. Esa adaptación ocurre en millones de años y millones de seres vivos mueren por no adaptarse. Este suceso evolutivo queda registrado en el cerebro, en lo que hoy conocemos como el tronco cerebral. Cualquier hecho que el cerebro interprete como dificultad en respirar puede generar la activación de ese registro que dará la orden de producir células que traten de captar el oxígeno. Este sería el motivo del cáncer de pulmón, según la teoría de Hamer. Una rememoración de un hecho evolutivo. El sentido es biológico, es decir, intenta superar con ese comportamiento una amenaza a la supervivencia (no poder captar el suficiente oxígeno).

A partir de que el pulmón entra en el registro del lenguaje, este sentido biológico aceptará multitud de otros sentidos que se relacionen con la no captación de aire. No tener suficiente espacio; el miedo que deja sin aire; la ocupación del territorio en que uno respira; el sentir que le quitan lo que le pertenece; la sorpresa de lo inesperado; no poder alejarse de aquello que nos agota. Todos estos sucesos pueden guardar relación con el pulmón y ser capaces de generar respuestas para solucionar el problema adaptativo. Cuando lo que buscan las células es justamente la solución de la amenaza a través de conductas maduras y específicas del pulmón (toser para que el otro se vaya; escupirlo y alejarlo; guardar el aire para tener reserva; cerrar el paso del aire para no respirar el mismo aire que el otro; no poder hablar y no compartir más), estamos frente a una enfermedad común (aquí, las células buscan con su conducta, solucionar un conflicto biológico) y hay que aportarle al paciente las estrategias necesarias para resolver la situación e impedir que el órgano siga intentando resolverla por su cuenta. Cuando el comportamiento de las células no busca la solución, sino solo la denuncia de un hecho y en esta denuncia pone en marcha mecanismos evolutivos de células arquetípicas (anaplasia, autoagresión)  estamos frente a una enfermedad arquetípica y nuestro abordaje terapéutico será suspender esa denuncia por los mecanismos que la MPB aporta.

 

2) por pertenecer el pulmón en su origen a la hoja embrionaria endodérmica, todas sus manifestaciones guardan relación con el concepto de presa. Al ser la presa el aire, este concepto no es tan material como en el aparato digestivo. Por las características de su función, sus expresiones  se relacionan con la inmediatez (es imposible no respirar demasiado tiempo), con el ritmo (inspiración-espiración) y con la pasividad (depende de los músculos respiratorios). Los sucesos que afectan al pulmón también guardan relación con la comunicación ya que todo el epitelio endobronquial tiene origen embrionario ectodérmico. Toda la hostilidad hablada, faltar a la palabra, todo aquello que se relaciona con la pérdida de aquello que se hablaba (lo que la persona enferma nombraba como suyo) se relaciona con el pulmón. Perder la presa o el territorio es lo que generalmente afecta a los pulmones.

 

3)     En la historia personal del paciente que sufre de los pulmones, tenemos que aprender a relacionar el tipo de enfermedad con las características de esa historia. Una enfermedad común (bronquitis, asma) busca solucionar un obstáculo y se manifiesta como enfermedad territorial. En esa historia vamos a rastrear una búsqueda de reconocimiento pero teñida de la inmediatez (todo tiene que ser ya) y de la oscilación entre acercarse y alejarse. Las pérdidas y los obstáculos son vividos como pruebas que hay que rendir ante los otros. La imposibilidad de actuar como filtro del pulmón se expresará en una conducta de la persona incapaz de filtrar los hechos que lo perturban (toserlos) convirtiéndolos en sujetos -asfixiados- por esos hechos. La dependencia de los músculos respiratorios los marcan como personas que no pueden liberarse de la presión de los otros. En una enfermedad arquetípica (cáncer, infecciones no autolimitadas, lesiones autoinmunes) no solo tendremos que rastrear la historia personal sino la familiar en la búsqueda de sucesos que impliquen exigencias de adaptación a nuevos territorios, relaciones asfixiantes, robos, muertes prematuras. Tanto la historia personal como la familiar nos ayudan a entender la conducta de denuncia de incumplimientos que se expresan en el sujeto enfermo. En estas enfermedades, la conducta celular denuncia desde la función del pulmón (captar la presa de aire) el no cumplimiento de los mandatos generacionales de aceptar con amor y ejercer con autoridad.

4)     Los sucesos previos a la enfermedad siempre son valiosos para entender la respuesta en juego. Quedarse sin trabajo, mudarse, perder un ser amado, ser víctima de un robo o cualquiera de las situaciones traumáticas que pueden haber sido vividas, son mojones que no producen siempre la enfermedad pero que muchas veces encontramos. Estos hechos son capaces de aumentar la tensión celular hasta el extremo que haga indispensable una descarga usando respuestas fisiológicas (enfermedad común) o evolutivas (enfermedad arquetípica). Los sucesos previos en las enfermedades de pulmón guardan relación con el concepto de presa inmaterial (tener que dar algo que se quiere mucho pero sufrir no por lo material que se presta sino por el valor que tiene para la vida de esa persona), territorio moderno (el juicio de los otros que forman el grupo que la persona valora) y situaciones de disbalance (una gran alegría o una gran tristeza que se suceden una de otra). También con aquello que no se pudo filtrar y con un exceso de actividad que contradice la función pasiva del pulmón. Todos estos hechos guardan relación con el concepto neurofisiológico de miedo (disminución de la presión de oxígeno en la sangre).

5)     Los arquetipos celulares que actúan en pulmón dependen de la enfermedad. En el adenocarcinoma de pulmón actúa el arquetipo de madre nutritiva. En el carcinoma bronquial el de madre protectora. En la suelta de globos que se observa en las llamadas metástasis, el arquetipo de madre devoradora. En las enfermedades autoinmunes que afectan el pulmón, actúa el arquetipo de célula suicida. La madre nutritiva intenta proliferar atacando al resto de las células. La madre protectora se hunde entre las células ulcerando los tejidos. La madre devoradora arrasa destruyendo todo lo que encuentra. La suicida denuncia la anomia del pedazo enfermo y la falta de límites del tejido enfermo. Los arquetipos celulares solo actúan en las enfermedades arquetípicas y es por ello que solo denuncian, no solucionan. Las neumonías atípicas de los inmunodeprimidos (lo que se llama VIH) son un ejemplo de la acción de los arquetipos celulares. Son infecciones no autolimitadas porque intervienen arquetipos de célula suicida que denuncian incumplimientos de mandatos generacionales de autoridad.

6)     Los arquetipos de conducta que intervienen en las enfermedades del pulmón son los de niño herido y de prostituta. En el asma, actúa el arquetipo de saboteador. La rabia, ingenuidad y dependencia unidos a la culpa y la desvalorización. Ellos se presentan tanto en las enfermedades comunes como en las arquetípicas porque todos vivimos con ellos. La búsqueda de la presa desde la ingenuidad y una cierta falta de sentido de la realidad típicas del niño herido pueden unirse a la culpa de la prostituta y generar un terreno muy propicio para las enfermedades de pulmón. Entender la visión de la realidad desde estos arquetipos nos ayuda a entender porqué se enferman algunas personas y otras no.

7)     Los arquetipos de confrontación que intervienen en las enfermedades de pulmón son los de niño mágico y de rescatador. Ellos son los que aportarán la solución en las enfermedades comunes y el cese de la denuncia en las arquetípicas. El niño mágico aportará un orden distinto que conmocione la ingenuidad del niño herido. El rescatador liberará con su autoridad absoluta.

8)     Los mandatos generacionales en las enfermedades del pulmón son los de aceptar con amor y los de ejercer la autoridad. Las enfermedades en donde los mandatos no son cumplidos se llaman enfermedades arquetípicas. El cáncer de pulmón, las infecciones no autolimitadas y las agresiones al pulmón de las enfermedades autoinmunes. El acto arquetípico o acto de curación en el pulmón es un acto de profunda aceptación del ritmo de las presas y a la vez un acto de absoluta autoridad sobre el territorio y el rol que en él se ejerce.

9)     Como en todas las enfermedades comunes y arquetípicas, el rol biológico de la persona enferma y de la propia enfermedad son esenciales para el abordaje terapéutico. Las enfermedades sistémicas con repercusión en el pulmón (MTS, VIH, lupus) son enfermedades predadoras. Los cánceres de pulmón sin MTS, las infecciones comunes, son territoriales. A las enfermedades predadoras hay que tratarlas huyendo o atacando, como haría cualquier presa. A las enfermedades territoriales se las puede apaciguar con actos de inmovilidad (reposo), lateralidad (congelar el conflicto), agachamiento (humildad, retiro) o hasta someterse a ellas como estrategia de supervivencia con actos de alimentación (ayunos), aseo (sacrificios por el otro) y sexuales (relaciones de sometimiento). Los roles biológicos de los enfermos deben ser conocidos para el abordaje adecuado. Un predador no aceptará un acto de apaciguamiento. Un territorial no debe alejarse de su territorio para realizar el tratamiento (puede ser fatal internar a un territorial).

10)  Las dos conductas celulares predominantes son la falta de especificidad y la impermeabilidad de la membrana. En el pulmón debemos aprender a relacionar estas conductas con la denuncia de un exceso de función madura (búsqueda de la presa inmediata, contacto con los demás, defensa de lo que se siente propio) y de un exceso de permeabilidad (dar todo, rodearse de muchos, no saber poner límites). En la realización de los actos arquetípicos, estas conductas nos guían para elaborar las estrategias de apaciguamiento-sometimiento o ataque-huida.