El primer enunciado de la MPB:
Enunciado: Las enfermedades pueden activar formas celulares con sentido de supervivencia o no hacerlo. Si lo hacen, las llamamos enfermedades comunes. Si no lo hacen, las llamamos enfermedades arquetípicas.
Primer criterio: las enfermedades comunes se producen por un DHS, que activa un conflicto biológico y las células con su forma y conducta expresan el intento de solución de ese conflicto.
Las enfermedades arquetípicas (que activan formas biológicas llamadas célula madre o célula suicida) se producen por la activación de un mandato generacional (AMG) y las células expresan con sus formas y su conducta la denuncia del incumplimiento de ese mandato.
Segundo criterio: los mandatos generacionales son sucesos hereditarios dirigidos por un Ideal de supervivencia que exige el cumplimiento de la interrelación justa entre todos los seres vivos. Podríamos verlos como DHS ancestrales que se transmiten de generación en generación y que se activan no para solucionar un conflicto individual y actual de supervivencia sino para denunciar una falla en la justicia colectiva.
Tercer criterio: las enfermedades comunes activan las formas celulares que expresan el desequilibrio neurovegetativo; la simpaticotonía en la fase activa y la vagotonía en la fase de solución.
Las enfermedades arquetípicas activan el mecanismo adaptativo de la evolución; la destrucción de las formas actuales que no son útiles y la búsqueda de formas y acciones que sean útiles para cumplir las exigencias del Ideal de supervivencia.
Cuarto criterio: en las enfermedades comunes el abordaje terapéutico implica la solución del conflicto actual y la restauración del equilibrio vegetativo con sus funciones específicas. Si no hay solución no hay curación.
En las enfermedades arquetípicas, el abordaje terapéutico implica la convivencia de las dos formas celulares (arquetípica y actual) a través de un código de comunicación hasta que se suspenda la activación del mandato generacional (AMG) y se permita la inclusión. Sin inclusión no hay curación.
Lo que nos ha impulsado a escribir este primer enunciado es la comprensión que muchas enfermedades (que aquí llamamos arquetípicas) no expresan sentido de supervivencia sino por el contrario un comportamiento destructivo que la medicina ha nombrado como anárquico e indiferenciado. Esta ausencia de sentido de supervivencia se nos presenta en la teoría de Hamer como un jeroglífico que es necesario aprender a leer. Hay en estas enfermedades conductas celulares y orgánicas que expresan condensaciones de sentido o desplazamiento de los mismos que aún no se han comprendido.
Adelantemos que con este enunciado abrimos la posibilidad de pensar en todas las formas de vida que en el curso de millones de años de evolución no lograron sobrevivir. Ellas, han quedado inscriptas en los genes como denuncias de su imposibilidad. Allí accedemos a lo real de la realidad. A la falta de sentido de supervivencia.
Esta falta de sentido de supervivencia en la EA (enfermedades arquetípicas) nos permite entender porqué un tumor cerebral puede ser un foco de Hamer en curación pero también puede ser un cáncer devastador.
La esperanza que nos provee este enunciado es aprender a convivir con aquello que aún no tiene sentido. Pero a la vez, convertir esa ausencia de sentido, ese jeroglífico (signos que evocan palabras pero que no lo son) en un acceso a escenarios que deben aprender a expresarse de una manera distinta a como lo vienen haciendo. Estas enfermedades arquetípicas son de grupos celulares o trozos de tejidos y no de aquello que hemos llamado cuerpo. Su origen está en marcas anteriores al cuerpo que nosotros hemos llamado mandatos generacionales. Ellos hablan de otros que ya no están y que de alguna manera persisten en estos cuerpos robados que sí están.
Segundo enunciado de la MPS. Sistema biológico territorial-predador.
Enunciado: el proceso que llamamos enfermedad, forma parte de un sistema biológico donde sus componentes (células, micro organismos) han perdido su naturaleza de cooperación y armonía, generando luchas entre sí.
Primer criterio: estas luchas pueden ser de territorio o de caza de la presa. Cuando son luchas territoriales, los mecanismos que se utilizan son los mismos que usan los animales semejantes en sus luchas por jerarquías territoriales. Cuando son luchas de caza de la presa, los mecanismos que se utilizan no admiten la supervivencia del grupo celular atacado.
Segundo criterio: las enfermedades se clasifican en territoriales (se desarrollan en un solo órgano) y predadoras (se desarrollan en varios órganos).
Tercer criterio: el abordaje terapéutico difiere totalmente en ambas y se basa en la posibilidad de sometimiento que existe en las luchas territoriales y en la necesidad de huir que se presenta en la caza de la presa.
Esta primera clasificación nos va a permitir abordajes terapéuticos absolutamente singulares a cada rol biológico (como veremos, también hemos clasificado a los seres vivos en territoriales y predadores) y a cada enfermedad.
Esta clasificación no solo la pensamos en cuanto a conductas animales sino en su proyección a la conducta celular. Pensemos que en un centímetro cúbico de tejido hay aproximadamente 1000 millones de células. El organismo es un espacio que podemos concebir como múltiples territorios, los cuales deben aprender a convivir en armonía y solidaridad. Esto lo vienen haciendo desde hace miles de años en los humanos y millones de años en otros organismos vivos. La enfermedad desde la MPB es el producto de los comportamientos territoriales y predadores de grupos celulares que intentan resolver cuestiones de convivencia entre semejantes o como en el caso de las enfermedades arquetípicas, grupos que dejan de tratar al resto de las células como semejantes. También hay grupos celulares que se comportan como machos o hembras primarias o secundarias provocando respuestas celulares de dominación o sometimiento. También hay respuestas celulares homosexuales como transacciones de supervivencia y eso lo veremos en el cuarto enunciado.
Tercer enunciado de la MPB. Teoría de los arquetipos.
Enunciado: en las enfermedades comunes se activan formas celulares específicas para solucionar un conflicto biológico. En las enfermedades arquetípicas se activan formas celulares evolutivamente antiguas que no buscan solucionar un conflicto sino reparar una injusticia.
Primer criterio: las formas celulares arquetípicas son la de célula madre y la de célula suicida, generando conductas que niegan el sentido biológico que lograron en el curso de la evolución.
Segundo criterio: tanto en las enfermedades arquetípicas como en las comunes, existen activadores de conducta que responden a figuras arquetípicas. Ellas nos ayudan a entender como se origina en el plano simbólico una enfermedad y como se la puede desactivar.
Tercer criterio: la teoría de los arquetipos nos ayuda a elaborar una estrategia fundamental en la terapéutica de la MPB, que llamamos acto arquetípico.
Este tercer enunciado lo hemos construido a partir de que entendimos que lo que intenta la enfermedad arquetípica es denunciar hechos individuales y colectivos que la historia no ha reparado. Asesinatos, suicidios, traiciones, abandonos, han quedado grabados en la célula o en registros en los que la ciencia ni siquiera puede pensar. Y esos hechos que no han sido reparados crean una tensión insostenible. Los instrumentos que se activan para ejecutar esta reparación son las células arquetípicas, de las que hemos estudiado hasta ahora solo dos: la célula madre y la célula suicida.
Tales células son la faceta simbólica de las células que en la biología se conocen con ese nombre. De parte de lo que la ciencia ha estudiado de ellas, proyectamos funciones que nos permiten entender porqué se activan y para qué lo hacen. La teoría de los arquetipos es una ficción que trata de explicar realidades pero con argumentos de la misma realidad.
Los arquetipos de conducta, son modelos de conducta habitual en los seres humanos. Han sido descriptos desde tiempo inmemorial y aquellos que hemos elegido son los que a nuestro juicio, pueden ayudarnos a entender porqué, como y para qué nos enfermamos.
La construcción de la teoría de los arquetipos se enlaza a la teoría de Hamer de tal forma que cada hoja embrionaria y cada órgano puede ser estudiado en base a estos arquetipos permitiendo una extensión del modelo de Hamer a lo simbólico.
La estrategia terapéutica que denominamos acto arquetípico surge de esta teoría como un logro de objetivos inesperados al desplazar los significados de la enfermedad arquetípica a la enfermedad común.
Cuarto enunciado de la MPB. Sistema metabiológico de la enfermedad.
Enunciado: las enfermedades comunes afectan a las células de los órganos y a sus representaciones psíquicas y simbólicas (cuerpo). Las enfermedades arquetípicas afectan a los trozos de tejidos o grupos celulares llamados pedazos.
Primer criterio: los pedazos son los grupos celulares que cargan con los mandatos generacionales. Cuando se activan, se desentienden tanto de la orden genética de los órganos como del sentido simbólico del cuerpo.
Segundo criterio: su activación se hace a través del funcionamiento de las células arquetípicas, denunciando el incumplimiento del mandato correspondiente a la hoja embrionaria.
Tercer criterio: la acción de los pedazos y de las células arquetípicas permite el regreso a estados imposibles para los órganos y para el cuerpo. A estos estados imposibles, los conocemos como -lo rial-.
El cuarto enunciado nos acerca a la posibilidad de distinguir las enfermedades de los órganos, las del cuerpo y las de una tercera tópica que llamamos pedazos. Allí están los mandatos que el Ideal de supervivencia cuida que se cumplan. Allí se desencadena el intento de reparar injusticias generacionales a través de comportamientos celulares que la medicina llama anárquicos y sin sentido. Sin embargo, este cuarto enunciado nos ofrece un sentido: el regreso a estados actualmente imposibles.
El concepto de rial surge de dos fonemas: lo real y el riel. Es la fusión de dos términos que hablan de aquello que no es conciente para el sujeto pero sí para los pedazos que lo habitan y que reaccionan ante ellos.
La existencia de los pedazos llevando los estandartes de los mandatos generacionales y la incidencia del rial como aquello que actúa sin ser conocido, es lo que nos permite pensar a las enfermedades arquetípicas de una manera tan distinta a la de Hamer. Ya no como una reacción lineal ante los sucesos de la vida sino como el atravesamiento de distintas realidades y distintos tiempos en una misma persona.
Quinto enunciado de la MPB: Teoría de los mandatos generacionales.
Enunciado: las llamadas enfermedades arquetípicas son originadas por la activación de un mandato generacional.
Primer criterio: los mandatos generacionales son DHS ancestrales que pasan de generación en generación y que se expresan en las células demostrando la existencia de un ideal de justicia colectiva.
Segundo criterio: el sentido del mandato generacional se expresa a través de la negación del sentido de supervivencia o de cualquier desplazamiento o condensación de este sentido. A esto lo hemos llamado metonimia del cáncer.
Tercer criterio: una vez activado el mandato generacional, se convierte en un discurso del cáncer que solo puede ser detenido contestando con otro discurso que hemos llamado metonimia de curación o acto arquetípico.
La teoría de los mandatos generacionales nos permite ver en la enfermedad la íntima relación entre todos los seres vivos de todos los tiempos. Estamos unidos a nuestros ancestros no solo por la carga genética sino por lo que ellos sufrieron, gozaron y no pudieron cumplir. De la vida y la muerte de todos ellos quedaron registros que viven en lo que llamamos pedazos. Nuestras tensiones celulares y su forma de descargarse, están enlazadas a estos registros.
La enfermedad arquetípica es la denuncia de estos registros. En esta teoría, surge la denuncia como la negación de la supervivencia y la imposición del mandato a través de un discurso que hemos llamado discurso del cáncer.
A la vez, esta teoría nos permite el acceso a entender ese lenguaje anárquico y sin sentido generando nuevos discursos que nos permitan salir de la trampa generacional que hemos creado.
El quinto enunciado es una apuesta a crear un cuerpo social que nos proteja de aquello que ya no se puede solucionar a través de nuevas formas de vivir y de contemplar la vida.
Los comentarios están cerrados.