Lo que debemos cambiar

Cuando alguien acude a nosotros en busca de alivio a su sufrimiento, debemos saber leer lo que dice, lo que no dice y lo que sus órganos, su cuerpo y sus pedazos gritan. Solo esa lectura nos permite saber qué es lo que le pasa y qué necesita. Los terapeutas somos traductores de lenguas imposibles de escuchar por el que sufre. Pero una vez leído, es necesario transmitirlo de tal forma que sea aprehendido ya que si no solo le agregamos un nuevo discurso.

Actualmente existe una exuberancia de información que hace que la mayor parte de las personas que sufren ya sepan lo que les pasa y porqué están enfermos. Lo saben desde el punto de vista biológico, psicológico y espiritual. Todos saben.

Llamativamente tal cúmulo de información no ha logrado solucionar el sufrimiento sino por el contrario lo está acrecentando ya que aporta una nueva fuente de expresión que es el conocimiento. Este se ha transformado en un saber vacío ya que se aprende y se olvida tan pronto como se aprendió. Libros, videos, conferencias, Internet, canales de televisión dedicados a estos temas y sin embargo, nada cambia.

Pensemos en una persona que sufre de gastritis. Vive quejándose de su dolor de estómago, de su dificultad para comer nada que no sea blando y liviano. A la vez, trabaja con personas a las que siente como enemigos y su vida es una permanente defensa de la hostilidad que siente de parte de ellos. Tiene que cerrar cualquier entrada enemiga y lo hace estando hiper vigilante y observando los movimientos hostiles en forma constante. Pero él cree que su gastritis es porque el estómago está enfermo. Le pide a su órgano que haga lo que él no hace jamás: dejar entrar la vida en todas sus manifestaciones y digerirla con tranquilidad. El pretende que el estómago lo haga pero ni se le ocurre por un segundo que ese estómago es parte de él.

Mientras lee por las noches artículos de psicología y de auto ayuda y le envía mensajes de salud al órgano. A la mañana siguiente sigue su rutina diaria creyendo que su estómago irá curando a través de esos mensajes de sanación.

Así vivimos. Como si compartiéramos nuestra vida con una persona que se opone a todo lo que pensamos, deseamos o hagamos. Vamos a tomar agua y esa persona nos grita -¿No lo hagas, el agua es nociva!. Salimos a caminar y esa persona nos retiene llorando: ¿No te vayas, me dejas solo!-. Nos concentramos en un paisaje hermoso y mientras se dibuja una sonrisa en nuestra cara, esa persona nos susurra: -Eso que haces es una pavada-.

¿Quién es esa persona?. Nuestra vida cotidiana. No es ningún monstruo oculto sino lo que hacemos todos los días, hasta cuando dormimos.

Nuestros órganos, nuestro cuerpo y nuestros pedazos lo viven. Todos los días. Y nosotros lo queremos arreglar con diez días de vacaciones. No alcanza. Es nuestra vida la que debemos modificar. Y para hacerlo, es indispensable modificar la forma que tenemos de percibir la vida. Y los terapeutas podemos ayudar en la medida en que seamos capaces de saber transmitir lo que el otro debe conocer desde (y únicamente desde allí) sus órganos, su cuerpo y sus pedazos. Es por eso que la medicina psicobiológica no tiene leyes ni reglas, sino enunciados aplicables singularmente a lo que dice, siente y expresa cada persona.

El objetivo de nuestra terapia es cambiar. Pero lo que Hamer propone es cambiar lo externo. Llama a eso, cambios concretos. Separarse, mudarse, cambiar de trabajo. Lo que proponemos nosotros es cambiar nuestra forma de percibir, sentir y expresar la realidad. Los otros cambios, los concretos, pueden acompañar o no a estos cambios pero ello será un fruto y no una orden desesperada que nunca se está preparado para cumplir.

 

¿Cómo cambio?

Esta es una pregunta que los terapeutas escuchamos apenas proponemos algún plan de tratamiento. Habitualmente nos dicen: -Yo entiendo lo que usted me dice pero no sé como hacerlo-.

Aquí hay una trampa y es fácil caer en ella. Técnicas hay muchas pero ninguna nos asegura que la persona cambie. Usualmente proponemos un trabajo en donde el esfuerzo, el conocimiento y el aprendizaje, rindan sus frutos al cabo de un tiempo.

Luego de cientos de miles de años en que la humanidad a pesar de estos esfuerzos y estos métodos, no ha cambiado sino que ha profundizado su alejamiento del bienestar y la salud, todos nos preguntamos si este modelo de cambio es acertado.

Hay un creador llamado Krishnamurti que desarrolló este problema durante decenas de años. Veamos lo que fue diciendo: -Como estáis descontentos, insatisfechos con las cosas, con vuestras relaciones, con la ideas, buscáis algo que esté más allá y acudís a un maestro que creéis que tiene esa cualidad. Queréis aprender la manera de llegar a tan extraordinaria integración de la conciencia humana. ¿Se puede enseñar a tener percepción directa? ¿Puede haber claridad de percepción a través del conocimiento, por medio del aprendizaje?. En la mayoría de nosotros, aprender es adquirir una nueva técnica sustituyendo lo viejo por lo nuevo-.

Un paciente estará esperando eso de un terapeuta, el acceso a una claridad que él por sí solo no logra. Y lo espera a través de un conocimiento que cree que el terapeuta le dará. Con ello, podrá superar su malestar. Un conocimiento también puede ser un medicamento.

Sigamos escuchando a Krishnamurti: -El método implica tiempo. Cuando lo practican, tienen que tener tiempo para llenar la brecha entre lo que es y lo que debería ser. Toda nuestra ideología se basa en este sentido de la realización a través del tiempo y así empezamos a aprender y a confiar en el instructor porque él va a ayudarnos a llegar-.

Aquí se plantean dos temas: el tiempo que se necesita para aprender y la confianza en quien nos va a enseñar. Y lo que se dice es que toda nuestra estructura se basa en ello; en el esfuerzo repetido y en la confianza en aquellos que supuestamente saben.

-Hemos dado por sentado que el tiempo es necesario. Esto es, si soy violento, debo tener tiempo para practicar la no violencia, para controlar y disciplinar. Hemos aceptado esta idea y ella puede ser una ilusión totalmente falsa. En realidad, solo hay percepción cuando no existe la experiencia que se basa en el conocimiento-.

Según estas palabras toda nuestra búsqueda está basada en una equivocación. Y solo sería posible realizar el cambio si dejamos afuera al conocimiento. Solo en la experiencia podemos cambiar pero en la experiencia sin conocimiento.

Sigue diciendo: -Pueden vivenciar lo que aprenden pero tal experiencia está condicionada por lo que han aprendido antes. Pueden aprender algo y luego experimentarlo pero esto no es más que la reacción de una mente condicionada.-

Cuando nosotros le decimos a un paciente, que tiene que cambiar de trabajo si quiere curarse y le explicamos el mecanismo de la solución del conflicto, el paciente lo escucha pero también lo siente con su cuerpo y lo que siente es miedo a dejar el trabajo y a no conseguir otro y quizás ni siquiera curarse. Esas sensaciones no las puede disociar de la idea de cambio. Y si aún así deja el trabajo, al aparecer los primeros obstáculos por su ausencia de trabajo, sus sensaciones le provocarán lo mismo que lo llevó a enfermarse. Es por eso que antes decíamos que es imprescindible el cambio de modelo mental, más que el cambio externo. Si no, todo es gatopardismo: que algo cambie para que todo siga igual.

Sigamos leyendo: -Decís que Dios está dentro de nosotros, y el comunista, que ha sido instruido de otra manera desde la niñez, dice que no hay Dios en absoluto. Vosotros estáis condicionado de una manera y él de otra, pero ambos son lo mismo. Puede uno practicar la autodisciplina, sacrificarse, meditar; pero esto jamás conducirá a la percepción directa, que solo puede tener lugar en la libertad y no en el control; y solo puede haber libertad cuando la mente se da cuenta de su condicionamiento-.

Nadie que lea esto, puede no conmoverse, ya sea por estar de acuerdo o por no estarlo. Sobre todo porque la historia que nos modela es fruto del sacrificio y del control. Y porque la libertad la hemos visto siempre como un fruto que emerge luego de ese control. Krishnamurti dice lo contrario; no puede haber libertad si hay control. Y lo que habitualmente pedimos a nuestros pacientes es eso, control y disciplina. En su alimentación, en sus vivencias, en sus decisiones. El -debe hacer para curarse- es no solo la base de la medicina convencional sino de muchas terapias que aparentan una filosofía de libertad que en la práctica no se desarrolla. Pero volvamos a Krishnamurti y a como cambiar:

-¿Cómo voy a cambiar?. Fíjense bien en esto. La pregunta misma implica tiempo. En el momento en que preguntan –cómo– introducen el problema del tiempo (tiempo para llegar a eso que se quiere lograr) y por lo tanto se hace imposible llegar-. Y sigue diciendo: -Me doy cuenta que soy ambicioso, cruel, estúpido y acepto que por medio de un lento y gradual proceso de esfuerzo, trascenderé lo que soy y llegaré a algo que está más allá. Si planteo el esfuerzo, vuelvo al condicionamiento. Si todo es casualidad, cambiar carece de sentido. Lo que planteo es si podemos simplemente dejar de ser todo eso y ser lo otro, sin pasar por las enormes complicaciones de tratar de llegar a ser algo y sin debatir si el que percibe está separado del objeto percibido.-

Cuando una persona está enferma se enfrenta a todo esto. Es una cosmogonía en la que queda atrapado. No es simple estar enfermo. El enfermo busca un método para sanarse y lo que plantea Krishnamurti (siempre que la curación sea vista desde la medicina psicobiológica) es que el método no le servirá. Es esto una cuestión semántica o práctica? Y qué hacemos si no empleamos un método?

Seguimos leyendo: -Cuando contemplamos el odio, decimos -como voy a liberarme de él?- Más si podemos mirar el odio sin el -como-, entonces lo que percibimos generará una reacción totalmente diferente. No me interesa como librarnos de él. Hay métodos tan trillados! En cuanto nos preguntamos como nos vamos a librar ya surge el proceso gradual del tiempo y el esfuerzo para lograr un resultado. Y además la dependencia de alguien que nos enseñe como hacerlo. Estas son todas actividades egocéntricas que también son una forma de odio-.

Esta última frase introduce la diferencia entre la emoción y los sentimientos. Odio y amor serían lo mismo. Ilusiones. Estar en un conflicto y resolverlo también serían lo mismo. No cambia la forma de percibirlo y no cambia nada. Aquí la PNLnos ayuda a entenderlo. Usamos varios canales de entrada de la información en forma simultánea. Vemos algo pero a la vez lo sentimos. Escuchamos algo pero también lo sentimos. No sabemos ver y seguir viendo. Escuchar y seguir escuchando.

Sigue Krishnamurti: -Si alguien está diciéndome algo y yo quiero descubrir lo que trata de transmitirme, tengo que escucharlo. No puedo pensar para mis adentros que está hablando de un tema que ya conozco o que es antipático o que ya es hora de irme. Tengo que prestar completa atención a lo que dice y no poner ninguna barrera ni verbal ni de ninguna clase en mi mente.-

Es claro que nuestro autor está hablando del cambio de actitud frente a las circunstancias que nos llevan al sufrimiento. No está hablando del aprendizaje necesario para leer o conocer una técnica. Y lo hemos tomado porque todos las veces que escuchamos que para curarnos debemos resolver un conflicto, hemos pensado en lo que él propone. Tener la percepción clara es ver, escuchar y sentir lo que ocurre sin los prejuicios que habitualmente condicionan esas percepciones.

10 comentarios en «Lo que debemos cambiar»

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